sábado, 22 de febrero de 2014

Panda Raid... porque esos niños también se merecen una oportunidad

Desde que nació mi hijo mayor, Alejandro, digamos que se me ha desarrollado una sensibilidad hacia los niños que no tenía antes. Sobre todo ante el sufrimiento de los niños. No soy la única. Son muchas las amigas y conocidas que me cuentan que a ellas, con la maternidad, les ha pasado lo mismo, que no pueden ver sufrir a un niño y que se sienten impotentes ante tantas situaciones de injusticia que por desgracia sufren los más pequeños en demasiados puntos de este planeta. Guerras, falta de medios, pobreza extrema, entornos sociales nocivos... son muchas y variadas las causas que hacen que muchos niños en el mundo no vean respetados sus derechos y necesidades más básicas y se sientan indefensos.

Por eso, cuando entre tantas noticias malas, surge alguna iniciativa que pone por delante a los enanos, el corazón deja de encogerse y una vuelve a tener fe en la condición humana. A veces se nos olvida que pequeños detalles pueden hacer mucho y que podemos llegar mucho más lejos de lo que nunca habríamos osado imaginar. Y algo así debieron pensar dos vecinos de Alcorcón, Juan y Jan, enamorados de los coches y de los rallies y con una gran conciencia solidaria lo que les animó a participar en el "Panda Raid" -carrera al estilo Paris-Dakar pero en la que los coches participantes son los míticos Seat Panda- haciendo realidad un sueño. También con la idea de que su paso por el desierto sea algo más que una aventura gratificante para ellos. El día 8 de marzo saldrán desde la Plaza de Oriente en la que será su primera edición en este rallie.

El Panda Raid, además de carrera, hace llegar material escolar a algunas escuelas de la zona a través de los coches de sus participantes. Como Juan y Jan afirman, sólo aspiran a que esos niños, que viven en condiciones bastante extremas, "puedan aspirar a un futuro mejor gracias a sus increíbles ganas de aprender y a nuestro pequeño empujón". Por eso, en su coche, llevarán 20 kg de material escolar. Vale casi todo: mochilas, cuadernos, material didáctico, lápices, estuches... También material informático. Seguro que si miráis en algún cajón encontráis algo que podáis donar. Eso sí, libros mejor no, debido a la incompatibilidad del idioma. ¿Y dónde llevarlo? Pues en el CEIP Federico García Lorca de Alcorcón han habilitado un espacio para recoger donaciones. También os podéis poner en contacto directamente con Jan en el correo janwolanski@hotmail.com o en el teléfono 659 09 28 15.

Sin duda, estos pequeños gestos pueden hacer mucho más de lo que podríamos imaginar. Por ejemplo, en la edición del año pasado este material llegó a casi 4.500 niños. Esta noche, cuando veáis a vuestros pequeños dormidos en la cama, tan cómodos, tan calentitos y tan felices, acordaos también de esos que tienen muy poco. Y poned una sonrisa en el rostro sabiendo que hay iniciativas como el Panda Raid. ¡Gracias amigos! Recordad que saldrán el próximo día 8 de marzo de la Plaza de Oriente... a si que ¡¡todavía estáis a tiempo!!




viernes, 7 de febrero de 2014

Los "playgroup" salvadores

Han sido un descubrimiento maravilloso. Me refiero a los "playgroup" o sesiones de juego dirigido para niños donde, además de que los enanos se desfoguen un rato, se puede interactuar con otros padres y, en mi caso, mejorar el inglés. Al principio los descubrí por casualidad. Vi un cartel en la biblioteca del barrio y me animé a ir con Juan cuando Alejandro empezó el cole. La verdad es que al principio la experiencia descorazona un poco... Recién llegada, no entendía las canciones, no conocía a nadie... Pero seguí yendo. Más bien por tener un poco ocupado el tiempo e intentar que Juan, que todavía no tenía guarde -o "nursery" como lo llaman aquí-, se socializase y tomase contacto con el inglés.

Al poco tiempo descubrí otro playgroup que me gustó mucho más. Mi vecina Katie me invitó a ir al que iba ella con su hija y, desde entonces, no nos perdemos ni uno sólo los viernes. La gente es muy, muy acogedora. Las sesiones están muy bien preparadas con media hora de canciones y juegos y después hay un rato para charlar con un café y un bollito. Al de los viernes, hace poco que se ha sumado otro los martes, más modesto, pero también gratificante y socializador. En este me introdujo mi buena amiga Carol -qué gran descubrimiento aquí... algún día os hablaré de ella y su amistad, porque ha sido de las mejores cosas en Londres- ya que una amiga suya, Simone, acude allí como voluntaria.

La verdad es que estas dos sesiones le ponen un poco de sal a mi vida londinense. Dos días con rutina concreta en la que, además, Juan se lo pasará bien y jugará con otros niños. Desde luego no había visto nada parecido en España y la idea me parece buenísima... aunque no sé si cuajaría allí. Aquí los playgroup o drop-in son muy populares y creo que en gran medida es por el carácter inglés. Los ingleses son amables, sí, pero mucho más distantes a la hora de establecer relaciones "espontáneas" que nosotros. Aquí es muy difícil hacer amigos con los padres del cole o de la guarde.

Desde que nació Alejandro he incrementado mi grupo de amistades con muchas familias con las que tenía relación en la guarde o en el cole. Eso de verte casi todos los días a la salida y de comentar cualquier cosa sobre los niños, une. Además, si tus hijos y los del padre X son amigos, pues ya haces por coincidir con ellos en el parque... y de ahí a quedar un sábado o un día de vacaciones sólo hay un paso.

Aquí las cosas funcionan de otro modo. Digamos que la relación se queda en la puerta del colegio. Aunque charles y tengas a dos o tres madres de referencia, es complicado que nadie dé un paso más allá. Como me decía mi compañera de tamdem, Francesca, los ingleses necesitan de una "cita formal" para quedar y los playgroup vienen a sustituir esas relaciones informales surgidas a golpe de coincidencia. El secreto de su "éxito", además, también tiene que ver con el precio de las guarderías aquí, ya que son increíblemente caras. Por este motivo muchas madres dejan de trabajar hasta que los niños tienen cinco años, edad en la que empiezan el cole. Y en un país dónde el tiempo no acompaña mucho... ¡alguna vía de escape hay que tener para no estar todo el día en casa con los niños!

Sea como fuere, lo cierto es que a mi estas sesiones me dan mucha vidilla. Y a Juan también, que está encantado con los juegos, las canciones... y los dulces de después.